Pocos venenos están tan introducidos en nuestras vidas como el flúor. Durante los últimos 50 años ha existido una campaña global para relacionarlo con la salud dental y se ha flúorado artificialmente el agua de la red pública y muchos productos como pastas de dientes, aguas minerales o chicles incorporan flúor extra por sus supuestos efectos anticaries.
Sin embargo, en las últimas décadas numerosos estudios científicos están demostrado la peligrosidad de este elemento químico altamente tóxico y cada vez más autoridades sanitarias aconsejan evitar productos que lleven flúor en su composición.
En algunos países como Suiza ya hace décadas que se dejó de flúorar las aguas y en otros como Bélgica, se han retirado del mercado todos los productos "enriquecidos" con flúor (chicles, tabletas, enjuagues dentales o colutorios, etc.) ya que no hay unanimidad sobre la dosis mínima segura y los efectos pueden ser devastadores en la salud.